Comida Orgánica ¿En realidad vale la pena?

Como bien saben, la comida orgánica es producto de métodos que estrictamente prohiben el uso de sintéticos modernos en su producción, elaboración, etc. Un entorno libre de químicos que ha llevado al público a creer que se trata de una opción mucho más nutritiva e incluso, deliciosa.

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Sin embargo, ¿Qué tanto de ello es verdad? ¿Acaso la comida orgánica sabe mejor o es más nutritiva? ¿En realidad vale la pena?

Hablemos de sabor

Un estudio llevado a cabo por investigadores suecos en la Universidad de Gavle encontró que el sólo hecho de contar con una etiqueta «eco saludable» u «orgánico», hacia que cualquier producto tuviera la percepción de más sabroso.

Por ejemplo, como parte de la investigación, se daba a cada participante dos tazas de café ordinario (idénticas), pero se le decía que uno de ellos era orgánico. A continuación debían escoger cuál de ellos sabía mejor.

  • La gran mayoría aseguró que la «versión orgánica» era la más deliciosa.

En otras palabras, se comprobó que el ser humano ya tiene preestablecido que aquellos alimentos producidos sin pesticidas, fertilizantes artificiales o técnicas intensivas de cultivo y luego elaborados sin preservantes químicos, colorantes o saborizantes, simplemente saben mejor.

Desde luego, una presunción que puede ser correcta.

Hablemos de nutrición

Fuera de los prejuicios que, al parecer, ya tenemos sobre el sabor, es importante pensar en la nutrición. Cierto, muchas versiones afirman que la etiqueta «orgánico» es simplemente una herramienta de marketing para engañar al consumidor y venderle un producto que a veces suele costar hasta el triple.

Sin embargo, muchos gobiernos, empezando por Estados Unidos y su USDA han establecido requerimientos específicos antes de que cualquiera pueda recibir la etiqueta «orgánico».

Sumado a ello, diversos estudios científicos han concluido que el valor nutricional de los productos orgánicos es en verdad mayor que el de los convencionales. Por ejemplo, se ha encontrado fósforo y ácidos grasos como el omega 3 en leche y pollo orgánico a diferencia de su par convencional.

Además, un análisis realizado el 2012 demostró que, si bien no todos los alimentos orgánicos están completamente libres de pesticidas, aquellos pocos que lo contienen, presentan 80% menos de residuos químicos que su par convencional.

Sin olvidar la ausencia de antibióticos y hormonas del crecimiento utilizados en la crianza no orgánica que hasta hoy causa gran polémica.

¿Y qué hay del precio?

La razón del elevado precio se debe a que la agricultura y ganadería convencional es apoyada por subsidios. Además de que el uso de semillas genéticamente modificadas, como otros fertilizantes químicos, pesticidas, etc. tiene mayor incentivo por su alto nivel de producción en masa.

Es cierto, los productos orgánicos suelen costar entre un 10 a 40% más que sus equivalentes convencionales, escapando del alcance de las familias con bajos ingresos.

¿Entonces, vale la pena?

Pues, aunque el bolsillo no permita que se haga una costumbre diaria, los alimentos orgánicos no sólo incentivan el trato justo en la crianza de animales y el respeto al medio ambiente, en el caso de cosechas, sino que también ofrecen incentivos para nuestra salud.

Nos referimos a un mayor consumo de antioxidantes, vitaminas y minerales que abundan en frutas y vegetales frescos cultivados de forma orgánica y que más bien se reducen en los productos convencionales. Sin olvidar la ausencia de pesticidas y residuos de antibióticos que a la larga pueden ocasionar daños en el sistema inmunológico.

En otras palabras, es una decisión que merece ser considerada.

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