Hoy, además de resaltar las diversas propiedades del Agua, hablaremos de cómo conseguir el máximo beneficio de ella, durante la dieta.

En primer lugar, recordemos que el agua arrastra todas las impurezas del cuerpo, llevando consigo cualquier materia perjudicial del estómago y limpiando completamente los riñones. Además de traer a nuestro organismo, millones de minerales necesarios y gran cantidad de oxígeno.

Y ni hablar de la sensación de saciedad que puede sacarnos de cualquier apuro, durante un régimen estricto.

Más como todo en la vida, es de mucha utilidad seguir determinadas pautas para lograr el mejor resultado posible, como por ejemplo:

• No tomar agua con la comida para evitar arrastrar los alimentos.
• Tomar agua media hora antes o media hora después de las comidas (en forma moderada).
• Si se tiene mucha sed durante las comidas, tomar sólo lo indispensable de agua para quitarla.
• No tomar agua en grandes tragos, tomarla lentamente mezclándola con saliva (como si se estuviera masticando un alimento sólido).
• No tomar agua helada, pues enfría el estómago, retarda la acción natural de los jugos gástricos y afecta el sistema digestivo.
• En caso de mucha sed, refrescar primero la boca, retardando el tragar el agua.

Por último, no olvidar que el agua siempre debe estar fresca, ni muy fría ni muy caliente. Además de seguir el clásico consejo de tomar de 6 a 8 vasos de agua pura (natural y potable) al día. Salvo casos de retención de líquidos, en lo que es válido reemplazar un poco de éste preciado líquido, por alguno diurético.